El crecimiento, el rendimiento y la calidad de la uva y el vino dependen en gran medida del clima, el cual lleva cambiando desde los años 70-80.
Las condiciones edafoclimáticas son uno de los mayores condicionantes del desarrollo de la agricultura. En nuestro caso, España además está englobada en el ecosistema mediterráneo que se caracteriza por un doble estrés, la sequía, altas temperaturas y altos niveles de radiación en verano y bajas o muy bajas temperaturas en invierno, junto con oscilaciones importantes del mismo a consecuencia de importantes fenómenos climáticos a nivel planetario como la Oscilación (OAN), Oscilación del Mediterráneo Occidental (WeMO) y la Oscilación del Ártico (AO) (Lopez Bustins et al. 2013, 2014). (Terradas and Savé 1992; Lopez Bustins et al. 2014).
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