El 9 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Agricultura como homenaje a aquellas personas que dedican su vida al cultivo de la tierra con la finalidad de producir alimentos de la máxima calidad para el consumo.
En España, la agricultura es un sector muy destacado ya que emplea al 4% de la población activa y ocupa el 40% del territorio nacional. Asimismo, es importante resaltar la economía que mueve la industria alimentaria y la distribución de alimentos ya que casi la mitad del transporte de mercancías por carretera en la Unión Europea es de productos agroalimentarios.
El problema de esta actividad es que contribuye, al mismo tiempo que sufre considerablemente, al efecto invernadero y al cambio climático.
¿Cómo contribuye la agricultura al cambio climático?
La agricultura aporta más del 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero antropogénicos (debido al uso de químicos y pesticidas). Además, la intensificación agrícola ha tenido impactos considerables en detrimento de los ecosistemas terrestres y acuáticos en todo el mundo. Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente más toda la energía que se utiliza en la agricultura, las emisiones pueden superar el 30% de emisiones totales de todos los sectores.
¿Cómo influye el cambio climático en la agricultura?
En este contexto descrito, sabemos también que la agricultura es uno de los sectores que más sufre los efectos del cambio climático. En concreto las olas de calor, la escasez de agua, la pérdida de fertilidad en determinadas floraciones y el bajo rendimiento ganadero, entre otros muchos, son algunos de las consecuencias que este tiene en la agricultura. De hecho, un año más hemos visto cómo las olas de calor han afectado a viñedos que han perecido aun estando en regadío y cómo la ausencia de lluvia y el granizo pueden están reduciendo la cosecha de aceite en un 40%, del que España es la principal productora mundial.
Es por esto que el futuro de la agricultura en España depende, en gran medida, de su adaptación a nuevos retos: el cambio climático y nuevos hábitos de consumo. Para ello, será necesario crear barreras, desarrollar prácticas agrícolas sostenibles, consultar a especialistas, asociar prácticas antiguas con las nuevas, cuidando siempre el suelo y preservando también nuestro ambiente.